Sólo las organizaciones que sean de verdad Agile y Lean lograrán sobrevivir
La vida, el mundo y todo lo demás, ha cambiado con la llegada del SARS-CoV-2 y la Covid19 como enfermedad que está poniendo a prueba a la humanidad. Douglas Adams, en su novela guía del autoestopista galáctico esperaba que cuarenta y dos fuera la solución a la vida el mundo y todo lo demás, y la Covid19 nos ha recordado lo frágiles que somos. Ha cambiado todo, a nivel biológico y de protocolos de salud, en la economía, la política, en lo social, incluso en la ética, todos los aspectos han sido impactados por este virus. Hay nuevas formas de interactuar entre las personas, de comercializar, de trabajar, de aprender… Hay nuevas formas para todo lo que antes ya tenía un modo previo. Si preguntáramos a Charles Darwin, probablemente ahora nos diría que solo sobreviven aquellos que son ágiles, en el sentido de “Agile y Lean” como mindset, como cultura, como aprendizaje colectivo continuo que permite la adaptación y transformación continua inmediata, la antifragilidad y caminar diseñando futuros probables.
El cómo se enfrenta a esta crisis de salud mundial en cada espacio es lo que marca la diferencia entre cada país, sociedad, ciudad, empresa, familia…. En el ámbito de las empresas, el método de organización de los diferentes actores y las acciones tomadas, teniendo en cuenta el futuro, son y serán los parámetros que definirán a los que realmente sobrevivirán a la pandemia.
El Coronavirus es un gran acelerador de cambios -tanto positivos como negativos-, siendo algunos muy profundos y que tendrán como consecuencia la creación de tendencias y nuevos patrones de conducta de cara al futuro.
La ruptura de lo que se conocía como la vida cotidiana o “lo normal”, también ha llevado a ver cómo los sectores públicos y privados han sabido o no responder y reinventarse, innovando para poder satisfacer las necesidades y prioridades más acuciantes de los seres humanos en todo el mundo… Y dichas respuestas se han visto enfrentadas entre sí.
Mientras algunos sectores públicos –desde gobiernos a organizaciones- han demostrado ser desde incapaces, lentos, burocráticamente incompetentes, o inclusive no estar preparados para moldearse a los cambios y necesidades latentes, hay otros que han mostrado grados de destreza impresionantes como la rapidez con la que han respondido al problema.
En
el sector privado, el Business Agility
(o “Agilidad empresarial” en español) ha cobrado mayor importancia y
protagonismo, aunque ya venía conquistando espacios en los últimos años como
una tendencia organizacional en los negocios.
La ejecución de acciones y la -ya mencionada- organización basada en marcos de trabajo agile se ha convertido en un efecto positivo, es una prioridad para el sector privado y tiene seis dimensiones interconectadas según Steve Denning: “la salud y la seguridad, la dinámica de adaptación, las oportunidades y riesgos estratégicos, la transformación interna, la mejora y actualización de la Agilidad Empresarial en sí misma y las implicaciones a largo plazo de la situación actual”.
La salud y la seguridad
El impacto del coronavirus en la vida de las personas es dramático y puede considerarse a esta pandemia como un “tragedia humana”, la cual en los meses venideros –incluso años, quién sabe- continuaría siendo un riesgo para la salud y seguridad humana en ausencia de una vacuna, tratamiento favorable o debido a la mutación…
Hacer frente a los problemas y/o retos de salud y seguridad es clave y deben continuar gestionando sus negocios y prestar sus servicios sin dañar o poner en riesgo la vida, salud y seguridad de las personas relacionadas con ellas, es decir, no debe afectar ni a trabajadores ni a clientes.
La prioridad de entregar valor a los consumidores desde espacios de trabajos seguros debe mantenerse como un objetivo primario. Las empresas deberían posibilitar a las personas salir de sus casas de forma segura, reanudar una versión de sus vidas anteriores (a la pandemia) y ayudar a reactivar la economía, mientras se preservan la privacidad y las libertades civiles. En Repsol tenemos la suerte de tener un comité para el Covid19 que está generando la máxima seguridad para los empleados. Es un orgullo ser Repsol.
Actualmente, han sido en principio las empresas que ofrecen servicios primarios como salud, alimentación, seguridad y también los proveedores de energía y materiales que son esenciales para mantener en marcha el país, permitiendo que se transporten personas, mercancías, dando electricidad a todos los domicilios, hospitales, y proveyendo de plásticos que garantizan la seguridad en guantes, mascarillas, y resto de material se seguridad.
A partir de ahora, la percepción de seguridad será tan importante como la misma seguridad en sí.
La dinámica de adaptación
La forma de adaptarse, no rápidamente, inmediatamente, a los constantes cambios y circunstancias es vital para sobrevivir. Y en este punto, las compañías están explorando el mundo digital.
Las empresas con experiencia en administrar digitalmente el flujo de trabajo interno y las interacciones externas, han encontrado en la tecnología una forma de no parar el trabajo al operar virtualmente desde casa gracias a herramientas como Microsoft Teams. En Repsol llevábamos años recorriendo ese camino y nos ha pillado preparados para de un día para otro, teletrabajar en todo trabajo de oficinas. Nuestra compañera Belén Mula, los directores generales que lo han sponsorizado, Arturo Gonzalo y Luis Cabra, y los equipos de TI y cultura involucrados pueden sentirse orgullosos de este éxito.
Está claro que hay muchos aprendizajes en estos días: muchas ventajas –como disminuir el número de viajes, mejorar la productividad- y algunas desventajas coyunturales de las que tenemos que aprender –como las interrupciones familiares en videoconferencias-. Es tiempo de analizar toda lo que se está haciendo mirando mucho fuera y aprendiendo colectivamente y de mirarse hacia dentro para encontrar las claves que nos permitan transformar las organizaciones con todo lo que están aprendiendo en estos momentos. Hay que modelar el futuro y crear las piezas de la nueva normalidad y la futura normalidad.
Oportunidades y riesgos estratégicos
Así como hay riesgos para las compañías, también se han abierto oportunidades para crear nuevos negocios, transformar los actuales, innovar y trascender lo que hasta ahora hacíamos como normal.
Existen muchas situaciones: desde compañías que están en una posición estratégicamente favorable -como Netflix-, hasta otras que se encuentran en el espectro negativo como hoteles o aerolíneas, y otras que han encontrado una forma de sobrevivir como algunos restaurantes que han optado a las entregas a domicilio.
La sociedad ha cambiado, está cambiando y seguirá cambiando constante y rápidamente y por ello aquellas empresas que entiendan los movimientos podrán beneficiarse, mientras que las que no se adapten estarán en una situación difícil. Cuanto más antifrágil se es, más probabilidad de éxito en estos entornos de caos, de wicked problems, de desorden.
Transformación interna
Existe una oportunidad para las compañías –e incluso el sector público- de aprovechar de la situación y así realizar mejoras internas. ¿Cómo? Al reinventarse de forma digital. En Repsol también veníamos trabajando en una transformación digital desde hace unos años con un liderazgo inspirador de Enrique Fernández-Puertas y Valero Marín. Y también con una ambición global de compañía habiendo puesto en marcha procesos de transformación en áreas tan diversas como la financiera, auditoría, etc que han impulsado y hecho realidad mis compañeras Bego Peña, Vero Pastor, Paz Menéndez, Mónica Muñoz junto a muchas otras personas clave involucradas y liderado por Elena Extremera.
Sin importar su tamaño, la mayoría de las empresas conocen y entienden cuanto tiempo se pierde en procesos existentes –una media de entre 20% hasta más de 50%-, y dado que el mundo está en una fase de reinvención en sí mismo, esta etapa puede aprovecharse para aplicar también la cultura Lean.
En principio, todo lo que no genere valor para clientes externos debe eliminarse.
Mejorar la Agilidad empresarial
A pesar de que la filosofía Agile fue concebida inicialmente para mejorar los mecanismos de desarrollo de software –y a lo largo de los años fue adhiriéndose a la organización empresarial-, así como la pandemia del Coronavirus está forzando a las compañías a cambiar y encontrar otros métodos de interacción, la Agilidad empresarial también tiene que reinventarse en sí misma.
Algunas prácticas agile –como lo que era (que ya no) necesidad de reuniones cara a cara- deben reformularse en términos más generales que valoren la virtualidad y la digitalización.
En dicho contexto, la estrategia agile (ganar ventaja competitiva al capitalizar nuevas innovaciones) está posicionándose como algo de mucha mayor importancia que la operatividad agile (la capacidad para explotar oportunidades de mejorar la operatividad y/o procesos bajo un modelo de negocio), es decir, crear nuevos negocios se está haciendo más relevante que mejorar los ya existentes.
Esto implica un cambio en el movimiento agile. Los facilitadores deberán estar familiarizados con los principios de la estrategia agile. En Repsol también llevamos tiempo en esta senda con una red de facilitadores con personas extraordinarias que desde 2013 llevan en marcha.
Y claro, no vale con hacer agile, hay que ser agile. Serlo desde el corazón y actuar con coherencia. Y ello implica empezar a dar pasos en escalar la agilidad, en ir más allá en la ambición y generar estructuras flexibles, que con rigor y sin rigidez se vayan moldeando buscando nuevos caminos.
Implicaciones a largo plazo
A pesar de los meses transcurridos, que parece que están siendo eternos, no tenemos (se me perdone la expresión) ni puñetera idea de la mayor parte de cosas del virus. El método científico se basa en la prueba y el error, en la validación entre pares, a veces por inducción, a veces por deducción. Y el problema es que aplicar Lean StartUp a combatir un virus tan dañino resulta de un coste altísimo por las vidas que se lleva por delante mientras experimentamos y aprendemos…
Algo nos ha fallado a los humanos. El verano de 2017 reflexioné alrededor de cómo de necesario veía que los humanos teníamos que desarrollar la capacidad del aprendizaje exponencial para poder enfrentar un mundo en el que la tecnología, los negocios, etc. mutaban hacia crecimientos exponenciales. No lo hemos logrado, vamos despacio. Y no es que la ciencia no se haya puesto en estos meses a generar conocimiento con gran velocidad, es que el conocimiento hay que llegar a aplicarlo y ahí está el quid de la cuestión.
Por ende, aunque los niveles de infección y muertes desciendan, esta realidad conlleva a que las empresas, gobiernos y organizaciones a nivel mundial tracen planes efectivos ante el riesgo de nuevos virus y enfermedades (¿una Covid20?) o incluso nuevos acontecimientos imprevistos que hagan tambalearse los modelos de negocio y relación.
Las conversaciones se enfocan en una “vuelta a la normalidad”, aunque el debate tal vez deba estar enfocado a si esa “normalidad” ya conocida es la mejor opción. Gracias a esta pandemia se ha evidenciado que ni los países más desarrollados y con capacidades (tecnología, talento humano) o poderes (económicos y políticos) superiores han estado a la altura para afrontar la crisis. No va ya solo de eso. Tenemos que hackear la normalidad.
A todo esto, surge la pregunta: ¿Y si aspiramos a crear una nueva y mejor realidad que volver a esa “normalidad” conocida? Este es el debate que muchos ponen en la mesa, para aprender, reiniciar y mejorar. Creo que es un camino refrescante que merece la pena emprender, buscar un propósito transformador masivo, con un liderazgo visionario, realista, humano, y humanista, inspirador, diverso, colaborador, ágil, curioso, paciente y muy humilde.
Por eso Darwin, si estuviera escribiendo hoy su tratado, hablaría de cómo no son los más fuertes, o más robustos, ni siquiera los más resilientes los que sobreviven, sino que ser Agile y Lean es la clave para sobrevivir.